¡Guau!
¡Que
ya está llegando el veranito! Esa
época de sol y calor en el que mis dueños no tienen excusa para no sacarme a
cualquier hora a dar largos paseos. Esos días en los que mi hermano me saca a
la calle cuando llega de madrugada. Esos meses en que todos están más por casa
y pueden acariciarme más al mismo tiempo que tengo más premios.
¿No son los mejores meses del año? Por
si fuera poco, durante el verano de hace dos años cambió mi vida. Me sacaron de
mi antigua casa para traerme a esta.
¿Pero
sabéis cuáles son las dos cosas que más me gusta hacer en verano en mi casa? Tomar el sol y revolcarme en la arena.
Sí,
adoro tomar el sol. Es algo muy relajante. Te sales al jardín y te tumbas panza
arriba. Tranquilamente. Con el suave viento golpeando tu cara y la luz del sol
calentando tu cuerpo. ¿No es genial? Además, estás cerca de la puerta de casa,
lo que significa dos cosas. La primera de ella es que nadie puede escaparse sin tener que mirarte a los ojos y decirte
que no te puede llevar. La segunda es que cada vez que pasa alguien por la
calle soy capaz de oírle y gastarle la broma de los ladridos de asesino.
Algunos gritan, ¿lo sabíais? Es muy divertido.
Lo
de la arena trae a mi familia de cabeza. Muchas veces me han reñido, pero es
que no se dan cuenta de que es una cosa que llevo en mis genes. Soy un perro,
aunque a veces os cueste recordarlo, y eso significa que, cuando veo un lugar lleno de arena negra, tengo que cavar y cavar.
Hubo
un día en el que cavar fue más divertido que nunca. El día del baño. ¿Sabéis por qué? Porque si te revuelcas empapado
en agua, ¡la arena se queda pegada a tu pelaje! ¿Vosotros sabéis lo guay que es eso? Como explicarlo para
los que nunca lo hayáis experimentado… es
como entrar en vuestra cocina y que el suelo está lleno de salchichas, en
fila, esperando a ser comidas por vosotros. Como la arena se te pega puedes
tirarte por el suelo e ir dejando tu rastro. Es increíble.
Lo
que pasa es que claro, cuando mamá vio
eso no estuvo muy contenta. A veces creo que le falta un tornillo porque se
enfada por cosas como romper palos en el salón y llenar el jardín de arena…
Pero bueno, también tiene cosas buenas. Tiene
una nevera.
A
pesar de que mi hermana es una pesada, hay que admitir que cuando estamos
tirados en el jardín no me molesta. Cada uno de los dos cava en un sitio
diferente y, cuando estamos exhaustos, nos tiramos los dos bajo el sol a
descansar. Si fuese así de tranquila todo el rato no me molestaría que
estuviese, pero cuando se pone pesada… ¿Os ha contado ya cuánto le gusta jugar
a tirar? Hay veces que me marea tanto que no tengo más remedio que coger yo el
juguete del otro extremo y quitárselo. Entonces me lo llevo a la cama y ya
está, juego terminado. Lo que pasa
es que siempre aparece con otro dichoso peluche. Antes todos esos peluches eran
míos…
¿A
vosotros no os gusta cavar? Estoy seguro de que sí.
¡Por cierto! Antes de irme tengo que deciros una cosa muy importante. ¿Sabéis que antes de empezar a escribir este blog ya hablaban de mí en otro? Os dejo aquí el enlace para que lo veáis. En el están todos los amiguitos que tenía en CIAAM, el centro de acogida del que salí. Echadle un vistazo e intentar adoptarles para que tengan una vida tan feliz como la mía.
Koko
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