domingo, 17 de mayo de 2015

Soy un princeso

Me gusta que me abracen, me gusta sentirme único. No es algo tan raro, ¿verdad?.

Por todo lo que os he contado sé que puedo parecer un poco gruñón, pero la realidad es que eso no es más que una fachada para protegerme del resto del mundo. En el fondo soy todo amor… y para estar tan hinchado debe haber bastante dentro de mí.

Para los que todavía no os habéis dado cuenta, yo soy un bebote. ¿Y sabéis que es lo que eso significa? Que tengo que ser el primero en todo. Tengo que ser el ser más especial de esta casa, y además, tienes que estar para mí cuando necesites mimos. Y te compensaré, te lo prometo. Cuando tú estés mal, te aseguro que me pondré con la tripa bocarriba para que me acaricies, o te traeré una pelota para que me la puedas lanzar.




Aquí os voy a poner un ejemplo para que lo entendáis bien. Imagina que entras en el salón y nos ves en el sofá a mí y a Siri. ¿Puedes acariciarla a ella antes que a mí? ERROR. Yo soy el princeso, por lo tanto, primero me rascas, y cuando yo decida que estoy satisfecho te acercas a ella. No te preocupes, que si no lo estoy te lo haré saber perfectamente.

¿Otro ejemplo? Imagínate que estás tú sentado en el sofá con Siri tirada encima de ti. Entonces llego yo. ¿Qué es lo que tienes que hacer? Exacto, tienes que quitarla de tu vera para que pueda ser yo el que se tumbe constantemente en contacto contigo. Yo soy el bebote, es mi sitio.

Os podría decir que esto tiene que ser así porque Siri tuvo desde que nació una familia que la quería y que yo, por el contrario, fui abandonado y pegado, hasta que mi nueva familia me adoptó. Pero no. La verdad es que de eso casi ni me acuerdo ya. La única razón de que esto funcione así es porque yo soy el especial. Porque soy yo el que se merece más los mimos, y sobre todo, ¡yo estuve antes! ¿Qué gatos es eso de que venga alguien a usurpar mi lugar?



Antes de que ella llegase todo eran abrazos. Todos los juguetes eran míos, y nadie soñaba siquiera con quitarme un poquito de atención. Yo quiero seguir siendo único. Por eso cuando llego a tu lado y te pido que me cojas y me acunes como a un bebé hazlo, por favor. Yo solo quiero cariño.  Si por la noche me subo a tu cama abrázame esa noche. No te separes ni un segundo. Me lo merezco. Y tampoco te preocupes por separarte sin querer de mi cuerpo, que ya te informaré al momento.

Fuera de casa quiero ser el más malo, quiero que me respeten, pero dentro, aquí solo quiero vivir como un rey. Y si no me das eso voy a llorar, voy a llorar y a lanzarme encima de ti a lamerte hasta que no te quede más remedio que dármelo.

Y hablando un poco de llorar. ¿Os he contado por qué cosas lloro a parte de porque no me abracen cuando lo necesito? Solo en ocasiones en las que hay un perro ahí, en mi rango de visión por la calle, y no me dejan ir a ladrarle. ¡Joer! ¡Yo solo quiero ladrarle! ¿Acaso pido tanto?


Así que ya lo sabéis. A partir de ahora, si me veis venid a darme un abrazo, y si además os veo mientras sacáis a pasear a vuestro perrito, acercaros los dos. Tú me abrazas y a él me lo pones cerca para que pueda ladrarle.

Koko




2 comentarios:

  1. Hola Koko y Siri!! (nótese que te saludé primero...) jajaja
    Son demasiado bellos!! no hay más que decir.. todo un personaje el Koko.
    Me gusta mucho estas entradas, vienen con cada cosa jajaja

    Saludos!!

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  2. Eso es, que si no se enfadará jajajaja.

    Me alegro de que te gusten. Un saludo Gaby.

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