¡Guau!
Hay
días que te levantas con la pata
izquierda, y no, no me estoy refiriendo a aquellos en los que hay menos comida
o no te dan los mimos necesarios, no. Me refiero a esos días en los que notas
que todo te sale mal y que tu suerte
brilla por su ausencia. Esos son los días en los que te levantas con la pata
izquierda. En los otros, como mucho, te despiertas con la pata derecha trasera.
Hoy
han pasado cosas que van a marcar mis meses de verano, y ya os lo advierto, no
son nada buenas. ¡He tenido que ir dos
veces al veterinario! Me han hecho muchísimo daño.
Para
los que no me conozcáis, voy a intentar poneros en situación. Tengo un pelaje y unas orejas preciosas,
que son la envidia de cualquier ser de la naturaleza. Lo que pasa es que, para
no ser de forma tan clara el ser más maravilloso del mundo, el Dios Salchicha
tenía que fabricarme con algún desperfecto,
para evitar que las envidias delas que dispongo fueren mucho más altas que las
que hay ahora mismo.
Ese
desperfecto es que soy propenso a que se
me claven espigas, o ramitas secas picudas, en los oídos.