Hoy vengo a daros una serie de
clases de cómo conseguir que unos dueños estrictos acaben por dejarte no sólo
subirte a los sofás y camas, sino que incluso van a permitir que las noches que
tu tengas ganas el poder dormir junto a ellos.
Cuando yo llegué a esta casa
todos me recibieron con mucha alegría y cariño. Se notaba que estaban deseando
tener un perro y que me querían cuidar. No hay que olvidar que me eligieron
entre trescientos , y eso está muy bien, pero no es todo lo que yo quería.
Vamos a ver, entendedme, había
estado más de seis meses encerrado con muchos otros perros abandonados como yo,
sin espacio para mí, sin ningún privilegio, siendo uno más. Ahora lo que yo
buscaba era sentirme especial. Quería cariño, y no ser sólo un perro en esta
casa, quería que me tratasen como uno más… ¡Y que ese sofá tenía una pinta de
ser cómodo que tiraba para atrás! No había estado en algo tan mullidito desde
que estaba en la tripa de mi madre.
Así que aquí van mis consejos:
Número 1: Poner cara de “perro abandonado y sufridor”. Sí, igual
está mal hacerlo, pero es un punto que tenemos a nuestro favor los perros que
hemos pasado por ello. A mí que me han abandonado, que me han pegado… ¡Tendré
que sacarle algún punto a favor a la situación! Acércate al sofá. Cabeza gacha
hasta llegar a una distancia menor que el palmo de una mano. Entonces, levanta
esa cabeza y usa tu mejor mirada de “necesito cariño” que tengas. Repite el
proceso dos o tres días, y entonces da paso al consejo número dos.
Número 2: La siguiente fase consiste en ir apoyando la cabeza en el
sofá. Una vez les hayas cautivado con tu mirada de “en mi vida solo ha habido
sufrimiento hasta que he llegado aquí”, te tocará empezar el siguiente paso. Es
muy simple. Únicamente, después de mirarles con esos ojitos tan preciosos que
tenemos todos los perros, lo que te toca hacer es apoyar la cabeza en el sofá.
Lo importante es empezar a tener contacto con él sin que nuestro dueño nos lo
eche en cara. Hay que engañarle, que estén más interesados en nuestra mirada
que en donde estamos tocando. Pon la cabeza varios días y cuando veas que les
parece algo normal, empieza con el número tres
Número 3: La patita. Estamos en el momento crítico de nuestra
operación. La cabeza es una cosa a la que apenas darán importancia. Estarán
pensando que la apoyamos porque estamos cansados o porque queremos que nos la
acaricien un poco, pero este pensamiento no se va a producir en este paso.
Ahora, tras apoyar la cabeza lo que tienes que hacer es poner disimuladamente
las patitas encima. Lo más probable que ocurra es que te riñan, y que te hagan
bajar. No importa, es parte del proceso. Si te riñen, vete a jugar, vete a
comer o vete a hacer lo que más te apetezca en ese momento, y vuelve pasadas
unas horas, o al día siguiente para volver a intentarlo de nuevo. Desde aquí te
garantizo, que poco a poco, conseguirás acabar pudiendo ponerlas encima sin
ningún tipo de problemas.
Número 4: Último y definitivo paso. Subirte encima por completo.
Cuando ya hayas conseguido que te dejen subir ambas patas, el último paso lo
conseguirás en menos de lo que tardas en tragarte una salchicha. Ya les tienes,
ya han asumido que vas a estar en contacto con el sofá, y por tanto, sólo te
hace falta que tengan un mínimo de distracción para poder impulsarte y
colocarte a su lado. Es importante que mientras ejecutes este último paso, al
subir arriba, te dediques a darle mimos a tu dueño durante un rato, para que no
se para a pensar que haces arriba, y únicamente disfrute contigo de la
situación.
Te garantizo que el proceso
funciona. Cuando yo llegué no me dejaban
estar encima de nada, y ahora duermo en el sofá principal de la casa y no han
sido pocas las noches que he dormido en una cama aún más cómoda con alguno de
mis hermanitos.
Aquí mando yo. Los humanos se creen listos, pero no nos llegan
ni a la suela de los zapatos.
PD: Si el tutorial no os ha
funcionado, espero que por lo menos que vuestra familia no sea una agarrada y
os compren una cama en condiciones. Si este es el caso, desde aquí os mando mis
condolencias y ¡MUCHA ENVIDIA QUE YO TENGO CAMA Y SOFÁ! ¡JÁ!
¡Guau!
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