jueves, 17 de julio de 2014

Estoy enfermo. Tengo Leishmaniosis. Koko antes del blog #3

Aprovechando que hoy me he hecho la última revisión para comprobar si todo avanza según lo planeado, estoy aquí para hablaros acerca de un tema muy importante. Estoy enfermo. Tengo leishmaniosis.

Para los que queráis informaros más acerca de ella os dejo aquí un enlace con toda la información. "Leishmaniosis"

El momento en el que me la diagnosticaron fue uno de los momentos más tensos que he vivido desde que llegué a mi nuevo hogar hace ya más de un año.  Llevaba ya un par de meses en esta casa y poco a poco iban haciéndome todos los chequeos pertinentes para comprobar que mi salud era fuerte como el hierro. Fui pasando todos y cada uno de ellos hasta que llegué al último.

Ese día llegué a la consulta del veterinario como otro cualquiera. Contento porque sabía que después de que me miraran un poco me iban a dar un premio. Sí, ¡qué guay!, ¡chuches o juguetes! Me subieron encima de esa mesa de metal que odio. Está fría, y sobre todo, ¡Está en alto! ¡Me tienen que levantar del suelo! Yo tengo vértigo, así que cada vez que me levantan no puedo evitar soltar uno de esos gritos que parecen lloriqueos pero que no lo son. ¡Son chillidos de macho!. Cuando llego arriba suelo compensarlo siempre con un gruñido, para que quede claro que ante todo soy un machote, y que el ruido no ha sido más consecuencia que el alineamiento de los planetas con la aurora boreal (por ejemplo)

Para hacer esta prueba te tienen que pinchar en la rodilla y sacarte un poquitín de sangre. Lo hicieron, y mientras esperaban a que saliese el resultado, para poder ponerme la vacuna preventiva de esta bacteria, aún recuerdo la sorpresa y tristeza dibujada en la cara del veterinario cuando vio que el resultado era positivo. Dijo que no podía ser, que había llevado el collar antiparásitos en todo momento. Así que sacó un nuevo test y procedió a hacerme la prueba de nuevo. También positivo. Estaba enfermo. Muy enfermo.
Mi madre que había venido conmigo al veterinario tampoco daba crédito de la situación. ¿Cómo podía ser? ¿Qué íbamos a hacer? ¿Se podía tratar? Son algunas de las preguntas que escapaban de su boca entre nervios hacia el veterinario. 

Yo seguía encima de la mesa, mirando perplejo la situación. Por primera vez en esa sala, el ambiente era distinto al habitual de risas, anécdotas y consejos que se respiraba en cada visita que hacía. Veía la preocupación en la cara de ambos. Yo no entendía que me pasaba. ¿He hecho algo malo? Si me he portado bien…

Me bajaron de la mesa, y me dieron premios como no lo habían hecho nunca. Unas chuches, un juguete… Y nos fuimos del veterinario. Nada más salir, mi madre llamó a mi hermanito, que estaba esperando para entrar a su clase de inglés, y le dijo que fuese al descampado donde vamos a veces. Yo no lo entendía. ¿Cómo va a venir si tiene clase? ¿Qué es lo que ocurre?

El trayecto hasta el descampado fue desalentador. Mi madre no paraba de mirarme y decirme que me iba a poner bueno, que iban a hacer todo lo posible para curarle, y que pensaban gastarse todo lo que hiciese falta.

Me abrazaba, me acariciaba. No avanzábamos. Algo que no llegaba a comprender iba muy mal. Por una vez no había hecho nada. ¿Qué ocurría? ¿Qué iba a pasar? ¿Me iba? No paraban de repetirlo. “Koko no te vas a morir, vamos a luchar”. No lo podía entender.

Así llegamos al descampado donde mi hermanito me estaba esperando. No había ido a inglés para verme, y tenía la misma cara de preocupación que mi madre y el veterinario. Le preguntó a mi madre que qué se podía hacer, que si había cura. La situación era más grave de lo que en un principio me imaginaba. ¿Iba a morirme? No quería morir. No después de por fin haber conseguido un hogar. No era justo. Nada justo. No lo merezco.


¡Guau!

2 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Sé que esta entrada es de hace mucho tiempo, pero es que me ha llamado mucho la atención.
    ¿Tuvo tu perro Leishmaniosis? ¿Cómo fue? ¿La superó? Estoy interesada en este tema, ya que yo tengo una perrita y me estoy planteando ponerle la vacuna contra esta enfermedad.
    Un saludo desde LITERATOMANIA (gracias por seguirme).

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    1. Hola, la verdad es que el blog está un poquitín abandonado por falta de tiempo. Me centré en el de literatura, pero estoy viendo si consigo retomar este.

      Mi perro tiene leishmaniosis, y como sabrás la enfermedad es grave. No se puede superar, no hay cura, únicamente tratamiento. Con el tratamiento no tiene porqué suceder nada. Koko lleva así ya más de un año y no ha habido ningún problema. Le van vigilando, tiene que tomar una pastilla al día, y ya está. Vida normal.

      En cuanto a lo de la vacuna, la prevención es la mejor solución. Mi consejo es que se la pongas sin dudar y así te despreocupas para siempre. Prácticamente a todos los perros se les pone y no tiene efectos secundarios, por lo que adelante.

      Un saludo.

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