martes, 27 de agosto de 2024

Siete años sin pasar por aquí y…

 

¡Guau!

¿No he escrito por aquí desde 2017?

¡Cómo pasa el tiempo!

Y estoy viendo que se han perdido muchos artículos y todo.

Joe, ¡con lo que me gustaba a mí ponerme en este blog!

Lo que pasa es que desde que Hermanito se fue de casa nadie me ha puesto a las teclas.

Y oye, que he seguido pasándomelo genial.

¡Hasta con la otra!

Pero digamos que hoy siento las patitas con ganas de bailar sobre las teclas.

¡Como cuando haces lo que haga falta por una salchicha!

La cuestión es que hoy me he despertado en un sitio diferente.

Calentito. Como entre nubes.

Aquí hay muchos perros, aunque todavía no se me acercan mucho.

Y por lo que sea, todo lo que me dolía del cuerpo hasta hora, ¡pues ya no lo hace!

Tiene que ser un buen sitio.

Supongo.

Aunque no sé ni cómo se llama, ni cómo he llegado aquí.

¿Quién me va a llevar a casa después?

Mientras me sirven salchichas infinitas, me doy cuenta de algo.

Tengo dos ventanas gigantes delante.

Una da a casa.

Con Mamá.

El nuevo sitio al que nos habíamos mudado hace poco y que me encantaba.

Porque donde está Mamá, estoy yo.

Y donde estamos juntos, estamos felices.

No sé cómo volver allí, pero supongo que en un rato podré hacerlo.

Que cuando se hace de noche, mi Mamá me necesita.

Ella no ha pasado los mejores años últimamente, pero conmigo ha sido más fácil.

Si estoy yo, todo es mejor.

Por la otra ventana, veo a Hermanito.

Hermanito, tengo tantas cosas que decirte.

No sé por qué, pero desde aquí puedo leerte la mente.

No me malinterpretes…

Siempre se me ha dado bien saber qué piensas.

Entender cuándo me necesitas.

Pero desde aquí, lo siento todo todavía más claro.

Y no.

No tienes que llorar.

No tienes que estar triste.

Hace unos años te hice una promesa, ¿recuerdas?

De hecho, ¡está escrita en este mismo blog!

Te dije que te entendía.

Te dije que te quería.

Y que pasara lo que pasara, estuviera o no estuviera delante, siempre estaremos juntos.

Siempre.

Ahora tengo una ventana para vigilarte.

Para ver qué es lo que haces.

Para saber que esos gatos no te hacen ni la mitad de feliz.

Y que si pudiera, saltaría en la ventana y te daría dos lametazos y un coscorrón.

Quiero que sepas, que siempre voy a estar aquí.

Mirándote. Viéndote. Escuchándote.

Sintiéndome orgulloso de ti.

Y además, hay algo que quiero contarte.

No se dice muy alto, pero me han dicho que puedo ir a verte por la noche.

Mientras duermes.

No sé por qué, pero así son las reglas aquí, aunque ya sabes que no soy mucho de ellas.

Pero que ahí podemos jugar. Podemos viajar. Podemos ser hasta pequeños otra vez.

Que tú tengas 18 y yo un año, ¡como cuando nos conocimos y nos sobraba la energía!

¿Qué te parece? ¿Quieres que esta noche vaya a verte y juguemos como siempre?

Porque esto va a ser para siempre. No lo olvides.

Somos Koko y Hermanito.

Y eso no se va a olvidar nunca.

Vaya, parece que se me acaba el tiempo para escribir.

No sé por qué, pero algo me dice que no voy a poder asomarme más aquí nunca.

Que esto es una cosa de cuando llegas, no de cuando te quedas.

Así que si no te vuelvo a escribir nunca, quiero que sepas que te quiero.

Que me cambiaste la vida eligiéndome.

Y que eso no lo voy a olvidar.

En ningún lado.

Por cierto,

Al llegar aquí se me ha acercado un hombre.

Me ha recordado mucho a ti.

Era mayor. De unos 83 años.

Con el pelo blanco.

Y cuando me ha visto me ha dicho.

¡Pero si tú eres el Koko!

Creo que te conoce.

No me ha dicho mucho, pero me ha abrazado muy fuerte.

Como lo hacías tú.

Y me ha dado las gracias por cuidar de ti cuando él ya no estuvo.

Seguro que sabes de quién hablo.

Bueno, tengo que dejarte.

Que estoy empezando a sentir el calorcito.

Y eso solo puede significar que me voy a levantar en brazos de Mamá.

Ah, ¡claro! Que no te lo he contado.

Ayer me puse malito y me llevó al médico.

Me dolía todo mucho.

Pero cuando me pusieron la medicación y me dormí en sus brazos, me sentí en el cielo.

Qué ganas de despertarme e ir a jugar de nuevo.

Te quiero.

Koko.

lunes, 22 de febrero de 2016

He roto a hermanito | Koko

No sé cómo ha podido pasar esto… ¿y ahora qué hago? No, no, no… esto no me beneficia en absoluto. ¡He estropeado la rodilla de hermanito! Mírale, si anda dando saltos para que no le duela... Así no va a poder sacarme a la calle, ¿qué voy a hacer yo ahora? Necesito ayuda…



Ah claro, que vosotros no sabéis lo que ha pasado. Pues la historia es muy simple: a hermanito le soplas y le pasa algo. Es más pupas que yo, que ya es decir. Aunque si os digo la verdad, esta vez me siento un poco culpable. Fue con mi cabeza con lo que chocó su rodilla.

jueves, 10 de diciembre de 2015

[Siri] ¡Hola de nuevo!

«¡Aaggggh!». Me ha costado mucho, sangre sudor y lametones, pero por fin estoy aquí sentada de nuevo. ¿Me echabais de menos? Sé que sí, ¿qué ibais a hacer sin vuestra princesa?

¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que escribimos? ¿Dos meses? ¿Tres? Vale que El Gordo no haga nada, que para algo es un vago, ¿pero cómo he podido descuidaros yo? No os preocupéis más, que en seguida empezaréis a ver mis fotos, mi cara y mis patitas por aquí, porque hemos vuelto, y lo hacemos para quedarnos.



martes, 15 de septiembre de 2015

[Koko] ¿Por qué te hacen daño, amigo? Rompesuelas

Estaba con Mamá sentado, mirando a la tele, y se me partía el corazón. La verdad es que nunca me suele gustar lo que sale en esa pantalla, siempre hay gente gritando, pero consiguió captar mi atención. Y a mí los ruidos fuertes no me gustan. Miles de recuerdos volvieron a mi cabeza. ¿Por qué los humanos a veces se comportan así? Me acordé de mi anterior familia, esa que me había cuidado cuando era muy pequeño, que me acariciaba la cabeza y la tripa que me quería, pero que cuando me hice más grande de lo que a ellos les gustaba empezaron a odiarme. Me pegaron, me hicieron muchas heridas e incluso me golpearon con vasos y tazas. Sé que mi familia actual nunca me haría nada así, pero me da pánico ver a alguien tan grande sujetando una de esas cosas.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

[Siri] Pelotas que brillan

¡Hermanito ha vuelto de vacaciones! Ya solo falta que Hermanita esté aquí para qu!e volvamos a estar toda la familia reunida. La verdad es que con Mamá y El Gordo se está bien, pero a mí me gusta tener más actividad en casa. Cuántos más haya más pueden jugar conmigo a tirar. Es que El Gordo sigue sin jugar a nada, aunque si os digo la verdad me da lo mismo. Él es un rollazo. Lo bueno de que se acabe el verano es que también llegan todos mis amigos. ¡Ayer estuvimos jugando en el descampado! Nos tiramos unos encima de los otros, corrimos, les tiré del moflete… Todo es perfecto. Además, en ningún momento vino El Gordo a molestar y a ladrar. Él, como siempre, estaba con Mamá. No hay quién le despegue de ella. Supongo que Mamá lo adoptó por pena, ¿qué sería de esta familia sin mí?



miércoles, 2 de septiembre de 2015

[Koko] Rayos y truenos

¿No estábamos en verano? ¿No se supone que tendríamos que estar sudando todo el rato? Vale, vale, la verdad es que la mayor parte del tiempo lo hemos estado sufriendo, pero… ¿por qué tienen que caer estos rayos? Son insoportables, se meten dentro de mi cabeza y me asustan. Cuando los escucho solo quiero subirme al sofá a que me abracen. 


miércoles, 26 de agosto de 2015

[Siri] Es mi cumple, ya tengo un año

¿Sabéis qué? El martes fue mi cumple, ya tengo un año. Ha pasado muy rápido el tiempo desde que llegué a esta casa en septiembre del año pasado. Durante este período he experimentado como las casas encogen. Cuando llegué apenas podía beber agua y ahora veo como se ha hecho más pequeña hasta la mesa. Antes estaba muy alta, mientras que actualmente con solo levantarme puedo coger cualquier cosa que haya en ella.



Además, El Gordo, o bueno, Koko, me respeta más. Ya sé defender mi comida, aunque la mayoría de las veces me la sigue quitando cuando estoy por ahí jugando. Eso sí, soy bastante más inteligente que él, que no sabe distinguir quién tiene un chicle para ir a pedirle. Se equivoca de persona… Es tan tonto que yo creo que no puede considerarse ni perro. Solo sabe recibir abrazos.