¿Sabíais que existe una cosa naranja que se llama zanahoria? Yo la descubrí el otro día y os la recomiendo. ¡Está riquísima! Cuando la tienes en la boca y la masticas sientes como cruje a la vez que el sabor te impregna las papilas gustativas. Además, ¿habéis visto su color? ¡Es naranja, NARANJA!
Todo sucedió hace unos pocos días. Mamá, la otra y yo íbamos de paseo. De pronto Mamá nos miró y nos dijo que tenía que entrar un momento en la tienda, que nos dejaba en la puerta pero que saldría pronto. «Genial, otro rato más aguantando a esta», pensé. Mamá se metió y la otra empezó a lloriquear, como siempre. Y dale… hasta que no salió no paró de molestar. «¡Me das dolor de cabeza!»; «¿Qué eres? ¿Una radio o una perra?». Lo que tengo que aguantar.
Cuando salió llevaba unas bolsas. Lo mejor de venir a comprar es que a la salida siempre hay comida nueva. Me acerqué a ellas y las olisqueé. Olía a huevos y a pan, pero había un tercer olor que no conocía, era maravilloso. Metí la cabeza. Mamá me quitó la bolsa, ante este impedimento yo le puse mi cara de soy un perro que abandonaron y ella me acarició. Cuando se volvió a despistar yo volví a mirar dentro. Era todo de un color muy chulo y era largo como un hueso. Mamá me miró y me preguntó si quería. Yo le dije que sí con mis soplidos. Ella parecía dudar, me decía que era naranja y que no me iba a gustar que era una verdura. A mí me daba igual, había algo que me decía que tenía que probarla.
Sacó un trazo y me lo dio. Fue una maravilla. Todo su sabor, su aroma. Nunca había probado nada a la altura de las salchichas, y esto estaba incluso por encima. «Quiero otro«, le dije mirándola. Y ella me lo dio. Otra vez igual de rico. «Otro», pero ella esta vez me dijo que no, que estaba bastante gordo ya. Yo me puse a llorar pero ella se mantuvo firme. «¿Por qué no me quieres?».
Llegamos a casa y seguí pidiendo. Estaban muy ricas, no podía dejarlas. No me daban. Así que busqué a Hermanito y se lo indiqué con el hocico. Él me acercó una. Otra vez esta sensación. Me sentía como en el cielo. Estoy seguro de que está formado por sofás en los que humanos te acarician mientras te dan salchichas y zanahorias. Ahora sé que debe de ser así. Algún día estaré ahí y viviré como un rey. Quiero decir, más que ahora.
Habían pasado dos horas, ciento veinte minutos y no había vuelto a tomar ninguna zanahoria. ¿Quién se creen que soy? ¿Una vaca que solo me tienen para su propio provecho? No, no, yo soy mucho más. Quiero un respeto. Soy Koko, y si digo que quiero una zanahoria la quiero al momento. Me levanté del sofá y fui a la cocina dispuesto a hacérselo entender a mi madre. Ya está bien. La miré fijamente a los ojos, sus pupilas contra las mías, que pudiese verlas. Me senté y empecé a llorar. Quería zanahorias y las quería ya.
Al final me dieron otra.
Ahora creo que me he vuelto un adicto. Solo quiero zanahorias. Solo pienso en zanahorias. ¡Incluso sueño con ellas! Anoche tuve una pesadilla. Estaba sentado en una mesa, con millones de zanahorias a mi alrededor. Iban caminando hacia mi. No me tenía ni que levantar, pero cuando hice el amago de cogerlas se convirtieron el salchichas… ¿Salchichas? ¡Comida de pobres! Yo quiero zanahorias. ZA-NA-HO-RIAS
Jajaja, me encanta Koko!! Tengo que probar a ver si a las mías también les gusta tanto las zanahorias, jejeje. Besos!!
ResponderEliminarJajaja, me alegro de que te guste.
EliminarA ver si hay suerte.
Jajajajaja, qué mono que es Koko!!! Zanahorias... Jamás lo hubiese dicho.
ResponderEliminarSaludos!! <33
Pues le encantan. Está loquito por ellas.
EliminarAy, por favor. Cuteness overload! Jajaja
ResponderEliminarA mis perretes también les gusta mucho las cosas fresquitas/acuosas y crujientes, aunque sean verduras, que las odian en general.
SI es que son los mejores. La verdad es que da gusto verles por alrededor.
Eliminar