¡Hoy
ha sido día de baño! ¿Sabéis? Desde que vivo con mi familia he tenido dos tipos de baños según sea invierno o
verano.
En invierno es un rollo. Para poder
limpiarme me meten en un especie de recipiente grande en el que, al apretar una
palanca, empieza a llover. La
primera vez quedé impresionado. ¡Mi familia podía hacer llover! Recuerdo ese
día en el que me engañaron y me hicieron entrar ahí…
Yo
estaba tranquilamente sentado en mi sofá, viendo pasar el tiempo. El rato entre paseo y paseo es muy largo,
no entiendo porque no me sacan más a menudo, si ni siquiera están haciendo nada
interesante. Una se tira a ver la caja de las imágenes, otro se encierra en su
cuarto con libros… ¡Vez más la calle!
¡Ahí es donde está la verdadera felicidad! Menos mal que cada cierto rato me
paso por donde estén para entretenerles un poco. Bueno que me lío, que ese día
una llamada desde arriba de las escaleras llegó hasta mis oídos.
Habían
dicho «Koko« y «premio» en la misma frase.
¡Tenía que subir lo más rápido posible! Y así lo hice. Mi madre y mi hermanito
me miraban con un cara muy extraña pero, ¿qué mas dará?, habían dicho premio.
Igual caía una salchicha y todo. La
verdad es que me la merecía. Esa mañana me había portado muy bien, si os
contase la cara que pusieron esos cuatro perros cuando les gasté la broma de
querer sacarles las tripas…