Pues sí. Así es. No sé por qué. Mis poderes mágicos han dejado de tener efecto sobre los humanos. Me ha llegado ese fatídico día que todos los perros mágicos tememos.
Ya que ya no me son de utilidad, estoy aquí para quebrantar la regla de mayor calibre que tenemos los perros mágicos, y ésta es, contaros a vosotros, los humanos, que muchos de nosotros tenemos una serie de capacidades mágicas que nos hacen poder controlaros a nuestro antojo. Nos basta con una simple mirada, un simple ronroneo, o tocaros levemente con nuestra patita para conseguir que hagáis lo que queramos.
Después de casi un año poniéndolo en práctica parece que a mí se me ha acabado el chollo.