miércoles, 2 de julio de 2014

Mi primo Tomy

Algo que todavía no os había contado es que tengo familia perruna. Sí, a parte de mis familia humana, tengo tres primos de mi misma especie: Tomy, Noa, e Íker.

Lo malo es que hasta hace unos días únicamente había oído hablar de ellos. Esta es la historia de cómo conocí a Tomy, el primo más mayor que tengo, ¡tiene ya 10 añazos!



Mi madre se pensaba que había una posibilidad de que me saliese mi vena violenta al conocerle, así que pactamos un territorio neutral. El descampado donde muchas veces voy a jugar con mis amigos. Ella me llevó allí,y estuve corriendo un rato, hasta que llegó mi tía con mi primo.

Y aunque parezca extraño, no nos ladramos, nos caímos bien. Empezamos a jugar pronto. Todo iba muy bien, hasta que llegó el momento de máxima tensión: La vuelta a casa.

El problema surgió al entrar, y lo que hizo el listo de Tomy. Se fue a mi cama y a mis juguetes. ¡A tocar mis juguetes! ¿Quién se cree que es? Tuve que dejarle claro que aquí mandaba yo. Le ladré, le ladré con todas mis fuerzas, hasta que dominé la situación. La dominé tanto que acabé encerrado en el jardín mientras veía por la puerta de cristal como seguía tocando y jugando con ellos. Yo ladraba, él reía. Había sido derrotado. Incluso empecé a pensar que venía a sustituirme. Se les veía a todos tan felices con él, que decidí irme a una esquina del jardín y estar tirado un rato, pensando en que había hecho mal.

Pero no, no podía tumbarme sin más, estaba tocando mis juguetes. Así que decidí ocupar la posición que me parecía más propicia para las circunstancias. Fui a la puerta, y me dediqué a ladrarle en cada momento que entraba en contacto con cualquiera de mis cosas. Que se entere que yo seguía aquí, que era mi casa, y que eran mis juguetes.


Entonces decidimos salir a pasear y buscar un sitio con terracita para cenar. El paseo fue genial. Aunque llevábamos la correa, la cual como sabéis activa mis instintos agresivos, fuimos totalmente tranquilos. Yo le miraba, él me miraba, y mentalmente decidimos zanjar el asunto de los juguetes para más tarde, después de habernos llenado el estómago.

Llegamos al restaurante y nos sentamos tranquilamente. Sin embargo, había demasiados olores como para mantenernos relajados. Los dos queríamos comer, cuando uno recibía un poco de comida, el otro se ponía un poco celoso, así que empezamos a ladrarnos. 

Nos ladramos tanto, que se ve que había una familia un poco “sensible” al lado nuestro que tuvo que quejarse por el ruido.

Pues desde aquí Tomy y yo te mandamos un mensaje “señor delicadito”: “Más berreaban tus hijos”. Eso sí, como te vuelva a ver por la calle, mi mirada y gesto de asesino no te la va a quitar nadie. Vas a temblar. Pero recordad chicos, la venganza no lleva nunca a ninguna parte.

Tuvimos que movernos a otro restaurante. Y en este nos quedamos callados mientras cenaban. Además, nos iban dando comida poco a poco, así que pronto habíamos llenado el estómago. El trato en este restaurante era mucho mejor, porque aunque a veces ladramos, la camarera salía a acariciarnos y darnos premios. Esto sí que es un restaurante, no como el anterior que nos miraban con cara de asco. Hay que ver, con la cantidad de perros que tenemos aquí, y lo vacío que está siempre el primer restaurante, que decidan perder clientes por no tener un poco más de paciencia. No molestábamos a nadie.

Después de cenar, nos dieron un regalito, un juguetito a cada uno de esos que pitan, y nos fuimos de paseo a casa. Tranquilamente, bajo la oscuridad del cielo, anduvimos haciendo sonar nuestros pececitos, dando la despedida a otro día más.



Tengo que decir, que aunque Tomy me pareció un perro estupendo, había escuchado tantas cosas buenas de él, que no me esperaba ver la mala leche que se gasta. ¡Vaya genio!. Eso sí, sus ladridos están un poco envejecidos, así que mientras ladraba intentaba no ahogarme con mi propia risa cuando le oía intentar imponerse. Aunque tengo que admitir, que su expresión de cabreo supera con creces a las vistas por aquí en otros perros. Aunque sigue por debajo de mi capacidad.

Ay amigo… no me llegas ni a las rodillas en cuanto a saber ladrar. ¡Deja paso a la nueva generación!

Yo creo que pasé la prueba, que me porté bien, y que volveré a recibir visita pronto.

¡Guau!

No hay comentarios:

Publicar un comentario