viernes, 30 de mayo de 2014

Cuando cambié de vida - Koko antes del blog #1



¡Guau!, esto… quería decir… ¡Hola!. Me llamo Koko y tengo ¡casi dos años!. Sí, como podéis ver ya soy mayor. El 22 de Junio es mi cumple, y aquí deseoso de que llegue me encuentro. ¡A ver que clase de chuches me dan ese día!

Bueno, pero que poco cortés por mi parte. Tendré que contaros más cosas sobre mí.

No sé donde nací. Lo primero que recuerdo es que cuando era pequeñito mis dueños me dejaron en la puerta de un albergue de perros. No sé si porque no me querían, no sé si porque no podían mantenerme, no sé si hice algo. Lo único que sé es que me abandonaron allí. Creo que me hicieron daño con botellas y latas, porque cada vez que se me acerca alguna persona con una me asusto muchísimo. Pero tuve suerte. En ese lugar, al menos me daban de comer, me sacaban a pasear de vez en cuando, y podía jugar con otros 300 perros que tuvieron la misma suerte que yo. Por eso os pido, que si quereis tener a un amiguito como yo, os paséis por mi antigua casa Centro de Acogida:Albergue de Perros en Colmenar Viejo y adoptéis a uno de mis hermanitos.


Y así, llegó Agosto de 2013. Fecha en la que por fin tuve un poco de esa suerte que creo que me merecía. Un día de ese mes llegó una familia, madre y dos hermanos, que querían tener un nuevo miembro. La verdad es que los dos hermanos estaban muy contentos. Tocaban todos los perros, y se podrían haber llevado cualquiera. Pero fue la madre la que me eligió. Se le veía el miedo. No estaba a gusto entre los animales. Fue pasando delante de las diferentes verjas, mirando a cada uno de mis hermanos, hasta que finalmente se plantó delante de mí. ¿Y sabéis qué? ¡A mi me tocó!. Sí, a mi se atrevió a ponerme la mano sobre la cabeza y a acariciarme. A partir de ese momento, aunque siguieron mirando al resto de mi familia, yo ya sabía que era el elegido.

Al cabo de un rato, cuando acabaron de mirar todos los perros, llegó uno de los cuidadores que estuvo pendiente de mí todo el año pasado, me sacó, y me llevó con los que serían mi nueva familia. ¡Estaba tan contento que se me salía el rabo de la emoción! Fui con ellos. Jugué un poco con ellos, y cuando intentaron pasearme les demostré la energía que reboso y que iban a tener que luchar mucho conmigo si querían calmarme. ¡Un año casi encerrado! ¡Necesito correr y jugar!

Sin embargo, algo pasó, me volvieron a meter en la jaula y se fueron. Esa noche estuve demasiado triste, no sabía porqué habían cambiado de opinión, hasta que mi compañero de casa me dijo que no es que me hubieran dejado, sino que había un procedimiento para que me sacasen.Tendría que pasar la revisión del veterinario antes de irme. Entonces me relajé y decidí disfrutar de los dos días que me quedaban en casa.

Así llegó el día de la recogida. Volvieron a por mí. Pasé la revisión del veterinario. ¡Estaba completamente sano y preparado para una nueva aventura!. Así, mi madre y hermanos compraron una correa para mi, de color azul y rojo. Mientras estaban pagando sólo me acuerdo que pensé: “ilusos, eso es demasiado fino para controlarme. Os va a durar dos días".

Me metieron en un coche y me llevaron a una nueva casa. Y a partir de aquí comenzó mi nueva vida.


Koko

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