sábado, 11 de abril de 2015

Estoy enfadado

Uff… Guau… Uff… Agg… tengo ganas de comerme a alguien. No te acerques mucho a mí hoy que estoy un poco irascible.

Hoy ha sido un día de perros (¿o debería decir de otra clase de animal?, realmente, la humanidad mejoraría mucho si su única preocupación fuera salir a la calle a correr). ¿Sabéis lo que me han hecho? Me han dejado de lado. Me han faltado al respeto en mi propia cara. Y mañana seguro que vendrán a acariciarme y a que les abrace, ¿verdad? ¡Pues no!

Esto se ha acabado para siempre. Que se vayan con ella. Total, ¿es más especial, no? Siri vámonos a Alcobendas, Siri vámonos otra vez de paseo… ¿Pero y yo qué? Yo estaba mucho antes. Me merezco más cariño. Yo soy el especial.








Eran las seis de la tarde. Bajó mi hermanito las escaleras y dijo las palabras mágicas: «vamos a la calle». Todo genial como siempre. Yo saltaba de felicidad. Íbamos a pasear los dos, y la otra, ¡podía ir a cazar lagartijas otra vez! Pero no sabéis que grande fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que yo no me iba.

¡Se lo estaba diciendo solo a Siri! ¡A Siri! La misma que veinticuatro antes le había reventado el aparato de escribir y el de ver videos a mi hermano. ¿Y la premia? ¿Pero esto qué es? Y mira que en el momento, cuando oí que decía solo Siri vamos, no me enfadé. Que va. Lo único que hice fue acompañarle a la puerta y mirarle. Le tocaba con la pata y con la nariz para que se diese cuenta de que yo también quería salir. ¡Y nada! Me dejó tirado. Me miró a los ojos mientras se iba y aún así se largó, ¡sin más!

No vuelvas a contar conmigo nunca. Estás avisado. ¿Y qué puedo decir de mi hermana? ¡Mi hermana hizo lo mismo! Después de que Siri estuviese ¡más de tres horas de fiesta por ahí!, mientras yo estaba en casa o en el descampado de siempre. ¿Y entonces qué pasó? Pues llegó Paula y a las diez de la noche, cuando ya no sale nadie, ¡la cogió y se la llevó dos horas más de paseo! ¿Y qué pasa hoy conmigo? ¿Estáis todos contra mí? ¿Pues sabéis qué los dos? Al final cogí a Mamá y me tiré con ella en el sofá. Y estuvo toda la tarde y toda la noche acariciándome. Me rascaba la tripa, me daba besos y hasta me cantaba. Yo le tocaba con la pata y me tiraba encima de ella. ¡Porque ella es la única que me quiere! ¡Y yo ya no os quiero a ninguno de los dos!



La próxima vez que os acerquéis a mí voy a ladrar y voy a poner cara de loco. No me vais a volver a tocar. Uff.. Guaaaaaauuuu… Agg… Si es que me ponen malo. Tanto tiempo aquí ayudándoles, desviviéndome por ellos y me lo han pagado así. Cualquier día cojo la puerta y me vuelvo al albergue.

Ya me echaréis de menos. A ver a quién vas a acariciar cuando estés mal y va a dormir contigo cuando estés malito. Yo ya no seré ese amigo. Bueno chicos, os tengo que dejar, que mi hermano me está llamando para jugar con la pelota.

¡Guau!


2 comentarios:

  1. Jajajaja. Muy bueno el blog. Sabia que me iba a gustar. Un saludo.

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    1. ¡Me alegro de que te guste!

      Es un blog un poco extraño, pero la verdad es que disfruto mucho haciéndolo.

      Un saludo

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